Pasa, cornudo. Tienes mi permiso. Ya veo que te has puesto el cinturón de castidad y las braguitas. Ahora ponte de rodillas mientras me pinto, me arreglo y me pongo sexi para mi macho que está a punto de llegar. Supongo que ya has preparado las sábanas limpias de nuestra cama de matrimonio y que tienes preparadas las copas para servirnos.
Pero mientras llega prepara la fusta y el látigo de nueve colas que ya sabes que te darñe diez azotes en tu culo de cornudo impotente, por cada orgasmo que tenga. Supongo que serán más de 5, como siempre, así que prepara tu culo porque además a él le excita ver cómo te azoto el culo tras follar con él e incluso mejora mucho en la cama para provocarme más placer, que me corra más veces y verte así más azotado. Lo hace para su placer, porque le excita verte humillado, cornudo, impotente y azotado.
A mí me gusta que él goce porque sé que te hago sufrir al ver como otro goza donde tú jamás podrás gozar. Porque ya sabes que la promesa que me hiciste en la noche de bodas, cuando te hice cornudo, de que jamás follarías conmigo sigue vigente. Para el resto de tu vida cornudo impotente.
Y ahora ve a abrir, que han llamado a la puerta. Recíbelo de rodillas y con una bandeja con las bebidas. Ya sabes que me gusta humillarte delante de él y que te sientas tan cornudo.
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